Al despertarse, el emperador
preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el
emperador lo mandó buscar. La causa de esto radicaba en que durante la
noche anterior había soñado que
mataba a un hermoso dragón que vigilaba el castillo vecino.
En
el sueño, el emperador luchaba con Wei Cheng y lo vencía, salvando así al
mitológico animal. Sabemos
que en China los
dragones son considerados como seres de la buena suerte, aquellos que traerán la lluvia para la agricultura, la prosperidad para el pueblo y el poderío
para el emperador. Por la preocupación, el monarca, mandó a dos de sus mejores soldados a
custodiar a Wei Cheng que debían vigilarlo en forma permanente. Temía
la desgracia para su pueblo y para sí mismo.
Esa noche, ante la conmoción general,
se descubre que el dragón había muerto y que los soldados que vigilaban Wei
Cheng, también. El hombre tenía que matar al animal por que quería vengarse del emperador, responsable
de la miseria de su familia. Finalmente, pudo concretar su venganza y el emperador
entristeció por no haberlo evitado.
Sobre
su pueblo las nubes oscuras oprimieron por mucho tiempo a la gente, se
produjo una sequía terrible, el pueblo con hambre, desautorizó al emperador,
que murió de pena, sin poder realizar nada para solucionarlo.
|